Carta a mi hijo Jorge:
Estoy aquí en tu habitación, pensando en tí como siempre y aunque el dolor que siento es insoportable, no puedo dejar de recordar los momentos felices a tu lado, las memorias que creamos juntos, y el grandísimo amor que siempre nos unirá.
¿Y cómo olvidar el día en que te acompañé a la terminal? Ibas feliz a trabajar lejos de tu casa, con una maleta llena de ilusiones y muchas ganas de progresar.
Quien me iba a decir que tiempo después, a tu regreso también iría por ti, pero ahora venías en un ataúd.
La tragedia se apropió de nuestras vidas y ahora sabemos que el culpable de que ya no estés conmigo tiene nombre y rostro: es un soldado del ejército mexicano; un individuo sin escrúpulos, sin alma, un verdadero asesino, que al amparo de un uniforme, un arma, una institución, un gobierno y un pacto de impunidad, decidió quitarte la vida de la peor manera mientras te encontrabas indefenso.
Me pregunto ¿cómo hace una madre para entender que su hijo está muerto? No lo sé, lo que si sé es que no existe dolor más devastador que perderte y enfrentar todo lo que eso significa.
Al terminar con tu vida, ese individuo decidió también que tu y yo no seguiríamos juntos nuestro camino, que yo no conocería a tus hijos, que no te vería envejecer y que no celebraría tus triunfos ni tus próximos cumpleaños.
Él me dejó sin ti, mi más grande amigo, mi cómplice, el mejor hijo que alguien pueda tener: trabajador, alegre, feliz, íntegro, cabal, con una enorme nobleza, con un gran cariño a su familia y a sus semejantes: un hombre de excelencia.
Hijo, es tan grande mi aflicción, que hasta la fecha te busco por todos los lugares donde paso. Espero verte entre la gente, deseando el milagro de encontrarte con vida y pensar que todo esto fue una pesadilla. En el fondo sé que no es así, sé que no te veré nunca más y que me tengo que conformar con el recuerdo del inmenso amor que me diste.
A ocho años de tu partida, así te recuerdo siempre. Y aunque todo mundo pensará que ya pasó mucho tiempo, quiero que sepas que para mí eres aquí y ahora, que estás presente en mi corazón cada minuto de cada hora, que me duele
profundamente tu ausencia, que te amo como solo una madre sabe querer y que te bendigo siempre.
A diario enfrento una agonía y además tengo que soportar el desinterés y la indolencia de las autoridades, que por todos los medios se niegan a hacer justicia en tu caso, con lo cual promueven la corrupción y la impunidad rampante en México.
Siguen protegiendo a tu victimario, impidiendo que reciba un merecido castigo, a pesar de que saben quien es y su culpabilidad está plenamente demostrada; estoy convencida de que para lograr la justicia para ti, se necesita la voluntad política de hacerlo.
Yo te juro hijo que seguiré perseverando con todas mis fuerzas y dedicaré todo mi empeño como hasta ahora, para lograr que se condene a quien te quitó la vida y cometió contra ti un crimen de lesa humanidad.
Jorge te amo por siempre. Tu mamá Cuernavaca, Mor. a 26 de abril de 2018