En el noveno día de excavaciones el proceso fue de los familiares. Durante toda la jornada las conversaciones, el apoyo mutuo y el trabajo colectivo marca las horas, dejando la excavación en un segundo plano, tanto por lo rico de la convivencia como por lo decepcionante de las diligencias.
En cuanto al trabajo de búsqueda, a media tarde culmina la excavación en la segunda de tres trincheras de la zona 1, como las otras: sin resultados positivos; mientras tanto, en el último cuadro de dicha área se encuentran casi en superficie dos huesos pequeños que parecen corresponder a trozos de costilla de algún animal. De nuevo, no causaron gran revuelo entre los familiares, más allá de algunos comentarios y dudas, aún cuando la noticia les fue dada por la autoridad sin mayor cuidado y preparación.
Con esas reacciones se nota ya la desilusión y la desconfianza de los familiares frente a las acciones de las autoridades. Luego de varios días, de tantas esperanzas removidas, lo que va quedando al final es esta profunda sensación de tristeza y apatía ante las explicaciones y promesas de los funcionarios.
En contraste, la convivencia cotidiana se enriquece y fortalece al paso de los días, demostrando como frente al dolor, en cada familiar queda un lugar, un espacio donde la alegría, la fuerza y la esperanza persisten.
En los espacios de observación de los trabajos los familiares continúan bordando y pintando, al mismo tiempo que recuerdan y ríen con una confianza cada vez más cómplice. Comentan sus obras, se apoyan en los dibujos, se proponen frases para plasmar en los materiales. Las hijas de Rosendo Radilla cantan, recitan y recuerdan a su padre, los años de infancia, las anécdotas familiares.
Paralelamente, algunos de los hombres continúan con la construcción de la chimenea en la parte de atrás de las oficinas de la AFADEM, la que a lo largo de los años se ha ido construyendo con el aporte de cada uno de los familiares: una pintura, una construcción, algún utensilio para la cocina, algún arreglo eléctrico, poco a poco la AFADEM va floreciendo con las semillas de todos y todas.
“Queremos hacer un anuncio”, comentan los familiares a los peritos de la coadyuvancia, “ustedes bajaron 20 centímetros de tierra, pues nosotros subimos 40 con la chimenea” y ríen. Vamos a ver el trabajo avanzado hasta el momento y comienza la explicación, imitando la que hemos escuchado todas las tardes en los recorridos, “lo que hicimos aquí fue excavar una trinchera para colocar los ladrillos… en esta parte podemos observar la estratigrafía del terreno… aquí podemos apreciar una cueva y aún no podemos explicar de qué es”, todos reímos juntos.
A medio día se realiza una pequeña reunión informativa con los familiares, pensando en la cercanía del fin de las diligencias, se habla de la organización, las actividades de cierre y los pendientes. Se hacen ejercicios de distensión, respiración y relajación para soltar el cuerpo luego de tantas horas sentados.
Durante la tarde se continúa trabajando con los bordados y pinturas y cada familiar va terminando su obra, en cada imagen va un recuerdo, o varios, emociones por cientos, se va acercando el cierre.